Alimentación, Personas Mayores y Envejecimiento Activo
Miguel Anxo Álvarez GonzálezUna alimentación desequilibrada puede tener efectos muy dañinos sobre la salud: menor resistencia a las infecciones, recuperación más lenta después de una enfermedad, fatiga crónica anormal, deshidratación, bajadas de tensión, problemas cardíacos, etc. Por ello deben promoverse políticas preventivas que disminuyan los riesgos que sufren las personas mayores. Promover la actividad física, actuar sobre los riesgos de fragilidad de las personas mayores, adoptar medidas que reduzcan los riesgos de caídas (el 83% de las muertes por caídas se producen entre la población mayor de 65 años), la disminución de consumos nocivos y de riesgo (alcohol y tabaco), y favorecer el bienestar emocional son programas que deben estar integrados en las actividades de los centros sanitarios y sociales en relación con las personas mayores.
Es necesario reforzar las políticas que presten especial atención a las necesidades de la población mayor, mejorando la capacitación de los profesionales para la detección temprana y la atención óptima ante estas
situaciones, asegurando una atención integrada y facilitando el apoyo social a las personas mayores.