Emociones y Vida social
Rafael Vizcarra, Raúl Medinala década de los setenta, con la publicación en 1975 de estudios pioneros por parte de Randall Collins y Arlie Hochschild. En su opinión, eso puede entenderse como una especie de respuesta a lo sucedido una década atrás en el campo de la cultura, con su énfasis en la expresividad, su crítica a la lógica lineal y el yo.
Es cierto que nunca antes la sociología pareció interesarse por las emociones como un objeto digno de estudio por derecho propio. No es que las emociones hayan estado ausentes en la amplia y diversificada historia de la disciplina, pero sin duda su lugar dentro de las teorías era menor o ambiguo. Se puede observar esta situación en los trabajos de los fundadores de esta ciencia. Es del todo conocido que los afectos aparecen vinculados a un tipo de acción en la tipología elaborada por Max Weber, pero su identificación no tiene mayores consecuencias analíticas. Esto no impide, desde luego, descubrir otros pasajes de la obra de Weber en que las emociones tienen un lugar preponderante en la descripción de la acción social. El tipo de dominación carismática, por ejemplo, sola- mente es posible, de acuerdo al mismo Weber, como un fenómeno de reconocimiento de los dominados, cuyo fundamento es inequívocamente emocional: “una entrega plenamente personal y llena de fe surgida del entusiasmo o de la indigencia y la esperanza” (Weber, Max. Economía y sociedad, II, 4, 10). Las emociones también tienen un sitio digno de comentarse en la obra de Durkheim. La descripción de la efervescencia colectiva, como un mecanismo que genera a la postre la sacralización de las representaciones colectivas, es pieza clave e